“Si es algo vinculado al fútbol, los uruguayos lo hacemos muy bien”, me dijo, entre risas, Alejandro, que reside en La Blanqueada, el barrio bolso por excelencia, pero que es fanático de Peñarol.
Más allá de la ironía, los uruguayos sí que lo hicieron bien: el museo, humilde en cuanto a aspectos tecnológicos pero concreto y efectivo, muestra un espacio ideal para los amantes del fútbol.
Con piezas que son auténticas joyas (la Copa Jules Rimet, camisetas originales de los años ’20 y de los mundiales del ’30 y del ’50, entre muchas otras), un coqueto microcine en el que se proyecta un corto excelente con imágenes de la construcción del estadio y del Mundial de 1930 y una muy correcta atención (los encargados son muy amables, y además saben hablar en varios idiomas, como para explicarle bien toda la data a cualquier turista que se acerque), el museo es paso obligado si se visita la capital uruguaya.
Como es lógico, por una puerta especial se puede acceder a la tribuna Olímpica (la de la torre) para sacarse las fotos de rigor, esa que todos quieren sacarse en este auténtico monumento histórico del fútbol mundial.
La única manchita es la falta de aire acondicionado en las instalaciones, clave para sobrevivir en el marco de una tarde calurosa en Montevideo, pero el árbol no tapa el bosque, ya que el Museo del Fútbol de Uruguay tiene lo mejor que el fútbol charrúa supo dar.
Ficha técnica: Museo del Fútbol
- Ubicación: Montevideo, Uruguay
- Dirección: Estadio Centenario, tribuna Olímpica, Av. Ricaldoni s/n
- Tel: 480-1259
- Web: –
- Horarios: miércoles a viernes de 10 a 18 hs.; sábados y domingos de 9 a 14:30
- Precio: U$S 3
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Agradecimiento: Marina Vaintroib (fotografía)
