La designación del diputado comunista Aldo Rebelo como nuevo ministro de Deportes de Brasil revela la intención del gobierno de Dilma Rousseff de pelear palmo a palmo con la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) por los detalles polémicos de la organización del Mundial 2014.
Rebelo ganó popularidad una década atrás, cuando propulsó la CPI del Congreso brasileño que investigó los vínculos de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) con la multinacional Nike.
El presidente de la CBF era y es Ricardo Teixeira, a la vez titular del Comité Organizador del Mundial 2014, quien fue acusado el miércoles en el Congreso de haber recibido diez millones de dólares en sobornos.
Su relación con Rebelo, a quien en su momento denominaron como su “enemigo número uno”, quedó maltrecha tras esa investigación, pero algunas empresas que sponsorizan a la CBF apoyaron con dinero la campaña electoral del nuevo ministro. Aunque Teixeira saludó ayer a Rebelo por su designación, la idea de Rousseff es que el nuevo ministro negocie directamente con la FIFA y evite al titular de la CBF.
El funcionario prometió defender la Ley General del Mundial, que debate el Congreso en Brasilia y cuyo contenido es objetado por la FIFA, ya que le recorta privilegios impositivos y económicos. La ley defiende un descuento del 50 por ciento en el valor de las entradas para estudiantes y jubilados, que es norma en Brasil, pero que la FIFA rechaza.
También mantiene la prohibición de vender bebidas alcohólicas en los estadios; la FIFA defiende el interés de uno de sus principales sponsors de vender cerveza en las canchas durante la Copa del Mundo. “El ente que organiza el Mundial es privado y se mueve por intereses objetivos que no siempre coinciden con los del Estado”, dijo Rebelo al asumir. “Hay que mantener una posición de cooperación, pero también de independencia”.
Por Pablo Vignone
Fuente: Página/12 – Foto: wn.com