El fútbol español vive momentos, aunque suene extraño y paradójico decirlo, de una solvencia económica fuera de toda duda. Se trata, claro está, de la Federación Española, la misma que por tercer año consecutivo ha decidido renunciar a la subvención que recibe del Consejo Superior de Deportes y a la que tiene derecho por su promoción del fútbol base.
La Selección se ha convertido, por sus continuos éxitos deportivos, en una máquina de hacer dinero.
Los partidos amistosos de España, esos que levantan dolor de cabeza a los equipos de la LFP y la Premier, a más de dos millones por encuentro. La cuenta de resultados de la Federación se mueve en positivo y la consecuencia es que su presidente Ángel María Villar ha decidido renunciar al dinero que le podría llegar desde el CSD.
En esta ocasión, el dinero podría rondar los 3 millones de euros. Por tanto la cantidad a la que ya ha renunciado Villar se aproxima a los 10 millones de euros, dinero que ha ido a parar a otros deportes con menos recursos.
El beneficio con el que cerró el ejercicio pasado la Federación fue de 5,3 millones de euros, por los 9,3 de la campaña 2011-2012. Pese a esa rebaja, la idea de la Federación no ha variado y sigue prescindiendo de la ayuda pública. El presupuesto para la presente campaña es de 111 millones de euros.
Los triunfos en las Eurocopas y el Mundial de Sudáfrica han llevado a multiplicar por cuatro el dinero que se ha ingresado en concepto de marketing y publicidad. De los 9,5 millones que ingresaba en 2002, se ha pasado a los casi 40 millones del presente ejercicio, incluidos derechos de televisión, vendido a Mediaset.
Ante esta situación y con lo que la propia Selección ingresa por los triunfos deportivos (31 millones de euros por el triunfo en Johannesburgo y un plus de 8 millones más por parte de adidas o los 24 de la Eurocopa), el fútbol español se puede permitir el lujo de ejercer de Robin Hood y repartir el dinero entre los más pobres, que por desgracia no faltan en el deporte español.
Fuente: elconfidencial.com